sábado, 4 de junio de 2011

Giotto di Bondone

Giotto di Bondone
1267 Vespignano - 1337 Florencia)

Su nombre completo era Ambrogiotto di Bondone, pero actualmente se lo conoce como se le conocía en su propia época, por el diminutivo de Giotto, un nombre que ha llegado a representar casi todas las grandes cosas que el arte puede lograr. 

Giotto di Bondone nació en Colle di Vespignano, cerca de Florencia. Se sabe muy poco de sus comienzos, pero se cree que trabajó como aprendiz en Florencia antes de comenzar una carrera que le llevaría a Roma, Padua, Arezzo, Rímini, Asís y Nápoles.

Toda su obra es de temática religiosa. Hizo sobre todo retablos y frescos para diversas iglesias. Muy pocos de ellos se mantienen en buenas condiciones y la mayor parte han desaparecido por completo o han tenido que restaurarse casi en su totalidad. En estos casos no existe plena seguridad sobre su autoría, y es muy probable que sean trabajos de sus seguidores o aprendices. Una de sus primeras obras famosas es el gran conjunto de frescos que ilustra las vidas de la Virgen y de Cristo en la capilla de la Arena, de Padua, acabado posiblemente en 1305 o 1306. Sus escenas se alejan de la rígida estilización medieval para presentar la figura humana con formas amplias y redondeadas, que parecen basarse más en modelos que en arquetipos idealizados. Se opuso a los colores vivos y brillantes y a las líneas largas y elegantes propias del estilo bizantino y prefirió trabajar con una representación más serena y realista. Se centra en lo humano y en lo real más que en lo divino y lo ideal, planteamiento revolucionario en una época dominada por la religión. Los escenarios (tanto en esta serie como en las demás obras) son fondos poco profundos, como cajas arquitectónicas, un poco más abiertos que los fondos totalmente planos de las pinturas bizantina y gótica pero sin llegar todavía al pleno desarrollo de la perspectiva que se lleva a cabo en la pintura renacentista posterior.
Murió en 1337 en Florencia
Giotto, arquitecto, escultor, pintor, amigo de Dante y de otros grandes de su época, fue el digno precursor de una plétora de hombres brillantes que posteriormente darían lugar al Renacimiento italiano


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